Blog de Rory
viernes, 26 de julio de 2013
Mi archivo muerto
Rory Gale
En casi todo, era un día normal para un alumno del grado quinto. Yo estaba jugando baloncesto con mis vecinos
en la calle enfrente de mi casa. Había cuatro de nosotros. Mis vecinos estaban en el grado octavo. Yo era el más joven, y por eso, siempre me
sentía que tenía que demostrarme ante mis vecinos mayores. Obviamente, en la cancha de básquet, esto era
difícil. Hay una gran diferencia entre el
quinto grado y el octavo grado. Yo era
pequeño y flaco, a diferencia de mis vecinos que estaban comenzando a experimentar
el crecimiento rápido asociado con la pubertad. Para ponerlo en perspectiva,
sería como yo, caminando en la cacha de la NBA hoy y jugando contra Lebron
James, Chris Bosh, y Dwyane Wade. Por eso, digamos que no había mucho casos de
que yo me demostrara, además de la triple suerte ocasional.
Sin embargo, esto no me importaba
mucho desde que yo encontraba otras maneras de demostrarme a mis vecinos
mayores, principalmente con mi humor. De hecho, esta era la razón por la que
mis vecinos del octavo grado disfrutaban de pasar el rato con un niño del quinto
grado como yo. Era cómico, y lo
sabía. Siempre estaba buscando algo
cómico para decir o hacer, y en ese día particular, encontré mi oportunidad
cuando vi un Toyota magullado conduciendo hacia mi casa durante nuestro partido
de baloncesto. Yo me di cuenta de que
era el coche de Jason, el novio de mi au pair francés. Él tenía más o menos veintecuatro años, y siempre
jugaba con nosotros. Una de las cosas
favoritas que nosotros hacíamos con él era la luche libre. Siempre nosotros lo desafiábamos, y siempre
nosotros perdíamos. Al ver su coche, tuve
la idea ingeniosa de emboscarlo. “¿Por
qué no?,” me pregunté, “será cómico.”
Rápidamente, les dije a mis vecinos
mi plan, y entonces me escondí dentro de
un abeto cerca de donde Jasón siempre estacionaba su coche cuando él venía a visitar. Oí que la puerta del coche dio un
portazo. Sentí un río de adrenalina y
excitación que pasó por mi espalda. Tomé
una respiración honda, y lo cargué a él.
Pronto, estaba en la parte superior de él, estrangulándolo con mis
brazos. Había ganado, yo sabía, con una
grande sonrisa estirada a través de mi cara.
Escuché por la risotada de mis vecinos, pero no podía escuchar
nada. Pronto, los microsegundos de
silencio se llenaron con un grito atronador.
“¡Baja de mí!” gritó una voz desconocida debajo de mí. Yo giré mi cabeza a la derecha del coche, y
vi tres cajas de pizza apiladas en el asiento trasero. Inmediatamente, me di cuenta de que este no
era Jason, sino un repartidor de pizza que mi au pair probablemente había
llamado para la cena. Mi cara se
enrojeció, y sin saber lo que hacer, yo bajé del repartidor, y corrí al bosque
que rodeaba mi casa. Me escondí allí
hasta que el repartidor salió. Cuando salí
del bosque, yo encontré a mis vecinos en el encintado de mi casa. Ellos estaban erupcionando con risotadas. Usualmente, esto me alegraría. Sin embargo, esta vez fue diferente porque
mis vecinos no estaban riéndose conmigo, sino que estaban riéndose e mí. Nunca me había sentido tan avergonzado.
Yo volví a mi casa y no dije ni
siquiera una palabra a nadie.
Afortunadamente, probablemente por la razón de que yo era solamente un
niño, el repartidor nunca dijo nada a nadie.
Se puede decir, sin temor a equivocarse que mi ataque del repartidor se
ha vuelto un archivo muerto.
jueves, 18 de julio de 2013
El Rey Rojo...
“El Rey Rojo,” el significado gaélico de mi nombre, no tiene nada
que ver con quien yo soy en realidad. En
primer lugar, mi pelo no es rojo como el rey medieval de Irlanda de quien mi
nombre recibe su significado. Yo ni
siquiera tengo el abolengo irlandés. En
realidad, la familia de mi padre viene de Polonia, y la familia de mi madre
viene de Noruega. Mi sangre escandinava
es muy obvia cuando se ven mis ojos azules, mi piel pálida, y mi pelo rubio. Algunos otros rasgos físicos míos son mis manos
cortas y pies gruesos. De hecho, mis
manos son tan cortas que tocar la guitarra es demasiado difícil para mí, y mis
pies tan gruesos que no puedo mover ninguno de mis dedos del pie, salvo mis dos
dedos gordos. Mi padre polaco siempre
dice que estos rasgos vienen de mi abolengo noruego también, pero yo creo que
él simplemente no puede imaginar ningún defecto viniendo de su lado. Pues, estos son mis rasgos físicos más
evidentes, y ahora se puede ver que “El Rey Rojo” solamente tiene sentido cuando
escandinavos pálidos como yo van a la playa sin bronceador.
Sin embargo, incluso en momentos horribles en la playa como estos,
“El Rey Rojo,” todavía no tendría sentido.
La razón es que yo no tengo un carácter como un rey sino como una
persona muy humilde. Siempre evito
jactarme. De hecho, jactarme es algo que
me hace muy incómodo. He tenido muchos
logros en mi vida que muchos de mis mejores amigos no saben. Además, mi humildad se puede ver por el
hecho de que yo no quiero una vida llena de cosas materiales. Mi padre me enseñó que son las cosas
intangibles las que importan en la vida, y esto es algo que ha resonado en mí por
toda mi vida. Yo no quiero dinero para
comprar casas grandes o coches lujosos sino para seguir mi pasión de viajar. He estado en veinte países, y quiero
continuar a viajar por el resto de mi vida.
Lo mejor ha sido como yo he combinado esta pasión de viajar con mi otra
pasión de ayudar a otras personas. Por
ejemplo, una vez yo fui a La Republica Dominicana para vivir en un orfanato y
ayudar a chicos desafortunados. Yo vivo
y trabajo por experiencias así. Te
desafío a encontrar un rey rojo en la historia que viviera y trabajara por lo
mismo.
viernes, 12 de julio de 2013
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